Por: Pedro Gilberto Lobato (lobatuz@gmail.com)
Ilustración por IG: @garabatosalazar
Este día emblemático nace ante la necesidad de visualizar las políticas enfocadas en el exterminio de personas en la búsqueda de perpetuación del poder por parte de algunos grupos o sectores. Nace ante la necesidad de dar voz a las familias que buscan a sus desaparecidos y generar presión en contra de los estados necróticos para dar acceso a la verdad, justicia y memoria. Decretado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) en diciembre de 2010 con la resolución A/RES/65/209 al observarse un aumento en la desapariciones forzadas o involuntarias en diversas partes del mundo.

Según la Convención Interamericana Sobre Desaparición Forzada de Personas en su artículo II se define a este delito que decanta en una violación grave a derechos humanos como:
“Para los efectos de la presente Convención, se considera desaparición forzada la privación de la libertad a una o más personas, cualquiera que fuere su forma, cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúen con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la falta de información o de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o de informar sobre el paradero de la persona, con lo cual se impide el ejercicio de los recursos legales y de las garantías procesales pertinente.”
Este delito es cometido con el fin de infundir miedo en la población, pues, en general se tienen como objetivos a poblaciones de activistas, periodistas, abogados defensores de derechos humanos, familiares de personas desaparecidas y grupos estratégicos para la exigencia de cambios en las políticas sociales (Jóvenes, Mujeres, Diversidad Sexual e Indígenas). Estas desapariciones se realizan bajo la premisa de la “Seguridad Nacional” en protestas o espacios privados, donde se les imputan diversos delitos fabricados en su mayoría y por medio de la tortura se les obliga a confesar los mismos.
En otro espacio, el cuerpo de la persona es utilizado con el fin de infundir el miedo a quienes le acompañan en la lucha y como un mensaje directo para todas las personas que decidan seguir con las exigencias o luchas. Los estudios realizados en Argentina y Chile después la dictadura ha dejado claro que esta táctica de guerra dejo en consecuencia lugares de exterminio.
En nuestro país, es necesario hablar de un factor que se amalgama a estas situaciones, Johon Gledhill habla de la concupiscencia de los elementos de seguridad con el crimen organizado donde la desaparición forzada de personas se transforma y por medio de detenciones arbitrarias desaparecen los cuerpos los cuales se trasforman en mercancía para ser con diversos fines y motivos, dentro de los que se destacan con fines particulares de trata de personas para explotación sexual, trabajo forzado o como objetos de recreación (tortura) de algunos grupos o el simple hecho del ejercicio del poder y la falta de justicia que les lleva construir en el imaginario que “pueden hacerlo y no existirán repercusiones”
Ante el gran embate de la violencia estructural y la necropolitica (políticas públicas que no cuentan con una perspectiva de inclusión de todas las poblaciones en situación de vulnerabilidad) hablar de nuestros desaparecidos se convierte en necesario ante la crisis social donde desaparecen a nuestras familias, nuestras vecinas y vecinos, conocidas y conocidos, amigas y amigos, mermando nuestro derecho fundamental a una vida libre y segura. Si no se puede confiar en aquellos que se contrataron para cuidarnos, queda cuidarnos entre nosotros como ciudadanos.
Las narrativas de criminalización seguirán creciendo para justificar estas faltas en el sistema, la única forma de lucha contra ellas es uniéndonos en la búsqueda de los tesoros de las madres y familiares en fosas, pozos, barrancas y la búsqueda de la dignidad y verdad. Mientras la exigencia sigue minando familias quebrantadas por la violencia y la incertidumbre de no saber si su familiar está vivo, si le están explotando con trabajo forzado o muerto y no tener una tumba donde llorar o lugar para recordar. Quedando las personas y sus proyectos de vida suspendidos en el tiempo, concatenando sus vidas a poder saber de sus familiares, buscándoles del suelo al cielo.
La desaparición transforma el proyecto de vida de las familias que buscan justicia y en muchos casos como las madres mencionan “quedamos como muertas vivas, pero, aquí estamos juntas, recuperando nuestros tesoros, con nuestras manos”. Que este día sirva de recordatorio que existen aun 90 mil personas desaparecidas y la justicia la debemos exigir todos como sociedad. En este día, es necesario alzar nuestras voces y gritar en conjunto, ¡Fue el estado…! Porque un minuto de silencio por cada persona desaparecida nos dejaría en un silencio de 1500 horas que se irían prolongado mientras las fuerzas armadas siguen desapareciendo personas.
¡Hasta encontrarles!
Referencias:
Gatti, G. (2017). Desapariciones: Usos locales, circulaciones globales . Colombia: Siglo del Hombre.
Gledhill, J. (2015). La cara oculta de la inseguridad en Mexico . México: Paidos .
Lecxiur Ferreira, E. (2019). Curso: Declaratoria de Programa Emergente y normatividad aplicable. Xalapa .